sábado, 24 de abril de 2010

Crisis, crisis y luego ¿qué?

Potenciar la democracia


La crisis esta destacando lo que no va bien. Como la marea baja deja a la vista las rocas del fondo, la gran flojera económica magnifica aquellas dificultades estructurales de la sociedad española que los tiempos de opulencia cubrían bajo su manto de bonanza. Debiéramos aprovechar la crisis para analizar nuestros males más radicales y buscar los medios de ponerlos remedio, descartando los escollos que disturban la convivencia social y perturban el progreso de nuestra sociedad. Aprovechemos la ocasión y hagamos de trampa trampolín. Lo primero que tenemos que hacer es un buen diagnostico de la situación y un inventario de males reales.

Habría que erradicar cuanto antes los problemas fundamentales, comenzando con sanear la moral pública, lo que implica:

-Potenciar la democracia

-Eliminar la corrupción

-Despolitizar la justicia

-Renovar los valores

-Acuerdos de estado en materias de estado


Para lograr una democracia real, habría que cambiar la ley electoral eliminado las listas cerradas. Las listas cerradas ponen el poder en las camarillas que confeccionan las listas, imponiendo una oligocracia de hecho. Es un instrumento que impide al ciudadano conocer quien es su representante, imposibilitando el pedirle cuentas personalmente. Hace que los parlamentarios tengan su voto cautivo bajo la voluntad de la oligarquía del partido, imposibilitando que se pueda cumplir el principio de Burke, por el cual, "El Parlamento no es un congreso de embajadores de intereses diversos y hostiles, que cada cual ha de mantener, como agente y abogado de esos intereses, contra otros agentes y abogados; por el contrario, el Parlamento es una reunión deliberativa de la nación con un único interés: el del conjunto, en la que ni propósitos locales ni prejuicios locales han de guiar a nada distinto del bien común ”

Resulta jocoso oírle decir al Presidente del Gobierno que es antidemocrático revelarse contra medidas tomadas democráticamente por el Parlamento Español, cuando se trata de medidas tomadas oligárquicamente por parte de las camarillas políticas que controlan el sistema. Mientras se mantengas las listas cerradas, ninguna decisión del Parlamento Español, del Congreso, es democrática, todas son oligárquicas. Si el presidente del Gobierno quiere que, por ejemplo, la subida del IVA sea una decisión democrática, lo tiene fácil: que la someta a referéndum. Una democracia moderna debiera abrir cauces de participación directa. La democracia parlamentaria surge de la imposibilidad de que una población de millones pueda reunirse a debatir y tomar decisiones en una asamblea general, pero las nuevas tecnologías permiten el debate, el intercambio de información, el contraste de opiniones y el voto a cientos de miles de personas reunidazas en asambleas virtuales. Aparte de que el ejemplo de Suiza demuestra la viabilidad de los referenda como cauce legislativo democrático.

Un parlamento democrático requiere listas abiertas y libertad de voto por parte de todos los parlamentarios en todos los temas. Son las camarillas que elaboran las listas electorales quienes determinan a quién se puede votar por parte de los ciudadanos y establecen qué deberán votar los parlamentarios elegidos en cada votación del Congreso. Un sistema oligárquico camuflado bajo la apariencia y el nombre de democracia. También se llamaba democrática la República Democrática Alemana. Llamar algo a algo no significa que lo sea.

La amenaza está en que las medidas necesarias para sacarnos de la crisis serán impopulares, con lo que el gobierno que logre encauzar la economía tredrá difícil mantenerse en el poder y el riesgo está en volver a caer en manos de incompetentes y populistas que trunquen la recuperación.

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