jueves, 28 de junio de 2012

Reflexiones sobre las salidas de la crisis



 
Reflexiones sobre las salidas de la crisis
Por Carlos del Ama
Dr. En Economía
Madrid  28 junio 2012

Resumen: El alto déficit impide poder recurrir a la clásica medida keynesiana de utilizar al gasto público para estimular la demanda, pero no impide que se puedan producir estímulos por el lado de la oferta. Ese tipo de medidas pone la presión en la microeconomía, señalando que son todos los actores económicos los que deben contribuir a salir de la crisis sacándose a si mismos, a sus familias  y a sus empresas de ella, a base de replantearse los bienes y servicios que pueden producir o prestar competitivamente, recortando costes y viendo la forma de reducir precios. En este sentido, el Gobierno no debe pretender salvar al país, sino eliminar trabas y poner los medios para que cada cual pueda resolver su problema. El Gobierno, como un agente económico más, debe esforzarse por sacar de la crisis al Estado, reduciendo costes y plazos administrativos, eliminando servicios no rentables socialmente, simplificando las estructuras del Estado y saneando las finanzas públicas.

Las diferencias de criterio entre los diferentes políticos surgen de las diferencias ideológicas implícitas en los diferentes modelos económicos que manejan, creando un clima de incertidumbre y descoordinación. En las circunstancias actuales es el Modelo Austriaco el que parece tener los objetivos más claros, pero la gravedad de la situación hace que sus recetas sean gravosas y de resultados a un plazo más largo del que muchos sectores de la población pueden aceptar.

La novedad y complejidad de la crisis reclama soluciones ad hoc. La posibilidad de inyecciones monetarias por parte del BCE no deja de tener los riesgos que tan bien documentados tiene la Teoría Austriaca, pero en la actual situación de baja inflación, escasa velocidad monetaria, falta de liquidez y estando tan lejos del pleno empleo, si parecen justificados los  estímulos monetarios controlados que no disparen la inflación pero estimulen la economía.

La mayor amenaza es la elevada deuda, por lo que habría que ver los medios de reducirla como sea, por ejemplo, privatizando activos públicos y dedicando los fondos obtenidos a amortizar deuda. Lo que aquí se propone es  resolver el problema godiano de la deuda de un tajo. El plan  es que los países de la Zona Euro cedan sus derechos fiscales a Europa, a cambio de que Europa asuma la deuda soberana de esos países mediante un proceso en varias fases que se explica.

Las salidas de la crisis.

Una consideración previa para recordar la diferencia entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias humanas, también llamadas ciencias sociales. Mientras que las ciencias de la naturaleza están sujetas a relaciones causales, las ciencias humanas se rigen por fines; lo cual hace que mientras las ciencias de la naturaleza permiten predecir efectos y hacer predicciones, las ciencias humanas establecen correlaciones que describen y explican lo ocurrido en el pasado y señalan tendencias.

En el caso de la economía, Hayek, uno de los fundadores de la Escuela de Viena y premio Nóbel, descubrió que, además de las premisas técnicas de los diferentes modelos, hay premisas ideológicas (él lo llama jerarquía de valores del economista) ideas que contaminan los modelos con prejuicios, es decir, con juicios a priori que no son ni técnicos ni científicos. Como consecuencia, se dan múltiples sistemas económicos que no dejan de contradecirse entre ellos. Un problema de las diferentes teorías económicas es que no están faltas de efectos  colaterales, debidos, en gran parte, a la falta de flexibilidad del  componente ideológico.

Hace unos días, Olivier Blanchard, director de los economistas del FMI, decía que los mercados y las autoridades económicas están esquizofrénicos. Lo que no aclaraba, es que la razón de esa esquizofrenia está en que la actualidad hay vigentes no menos de cuatro teorías económicas. Por vigentes entiendo que son seguidas y aplicadas por los grandes gestores de la economía y por los diferentes gobiernos, unas por unos y otras por otros, llegando a conclusiones distintas sobre los mismos hechos y proponiendo soluciones contradictorias a un mismo problema.
Otra dificultad de la ciencia económica es que trata de una realidad de geometría variable, de forma que, aunque todas son economías,  no es lo mismo una economía de guerra, como la inglesa durante la II Guerra Mundial, que una economía de reconstrucción, como la de Alemania de la posguerra o la japonesa tras el sunami, que una economía floreciente, como la de los EEUU durante la guerra fría, o que una economía en crisis, como la de esos mismos EEUU desde el 29 hasta la guerra. La oruga y la mariposa son la misma pero no son lo mismo. La realidad económica es una entidad histórica.

Con todo, llevamos más de doscientos años desarrollando teorías económicas que han probado ser útiles en al menos un momento histórico dado. Así, la economía Keynesiana ayudó a salir de la crisis del 29, la economía marxista permitió a Stalin poner en pie una industria bélica que sorprendió a Hitler y frenó la invasión alemana, la teoría económica austriaca fundamentó el milagro alemán, la recuperación económica de la era Thacher y la integración de la Alemania Oriental en la Occidental, y el monetarismo de Chicago amparó el desarrollo económico de la era Greenspan.

La economía, la ciencia para satisfacer el mayor número de necesidades con recursos escasos, se fundamenta en dos principios: La práctica económica se realiza mediante transacciones equitativas y los agentes económicos procuran maximizar la satisfacción de sus necesidades.

Fue Adam Smith el primero en reconocer que el primer principio de la economía no era exactamente cierto, porque los agentes económicos hacen intercambios pensando en que ambos ganan, pues de lo contrario no lo harían, lo cual supone que el mero intercambio ya crea, por sí mismo, riqueza, pues aumenta la satisfacción de las partes. Respecto al segundo principio, habría, en primer lugar, que definir el concepto de satisfacción en un sentido amplio, sin limitarlo a aspectos materiales  e incorporar el sentimiento de solidaridad como una necesidad humana más a satisfacer.

A fin de poder contar con una referencia para analizar las salidas que la actual situación brinda a la crisis, vamos a recordar elementos de la teoría neoclásica, que nos permitan disponer de conceptos adecuados al caso. Como todos los modelos, será una abstracción simplificada de la realidad, pero útil.

Para ilustrar el proceso de intercambio, consideraremos, en primer lugar, dos funciones económicas: la de consumidor y la de productor. Ambas son funciones, es decir, no son agentes económicos. Un mismo agente, un zapatero, actuará como productor cuando esté confeccionando un zapato y como consumidor cuando está visitando El Corte Inglés y una fábrica, típicamente productora, actúa como consumidora cuando adquiere equipamiento y materiales que compra a otros productores.

Si representamos a los consumidores por la letra C y a los productores por la letra P, podemos trazar un esquema como el siguiente:  





Para poder producir, los productores necesitan recursos que les proporcionan los consumidores, (línea negra de la izquierda). Fundamentalmente de tres tipos: mano de obra, locales o tierras y capital. Por esos recursos, los productores retribuyen a los consumidores con rentas: rentas del trabajo o salarios, rentas de los locales o alquileres y rentas del capital o dividendos e intereses, según la cesión se realice participando en la propiedad o como préstamo, (línea azul de la izquierda).

Los productos que los productores producen los entregan a los consumidores, (línea negra de la derecha) quienes remuneran a los productores pagando un precio, (línea azul de la derecha).

En resumen, se crean dos circuitos: uno de bienes y servicios que constituyen la economía real, (líneas negras) y otro de medios de pago que constituyen la economía financiera (líneas azules). Ambos circuitos giran concéntrica y sincronizadamente, en sentidos contrarios, de manera que el valor de los productos intercambiados sea igual al valor de los medios de pagos entregados en el intercambio (primer principio de la economía).

Se puede cuantificar la sincronización de ambos circuitos por la fórmula:

                                               P . Q* = M . v

Donde P son los precios, Q* es el volumen de actividad económica, las cantidades de bienes y servicios transmitidos en el total de las transacciones realizadas por unidad de tiempo, M es la masa monetaria, el conjunto de medios de pago disponibles, y v la velocidad media de circulación de los medios de pago por unidad de tiempo. (Tanto M como Q* son vectores y P . Q* es un producto vectorial)

La crisis que padecemos se produce cuando una parte de los activos financieros, las famosas subprime, se desmoronan y lo que estaba valorado en varios miles de millones resulta que vale cero, iniciándose una crisis financiera en los EEUU que rápidamente se extiende a todo el planeta. Las subprime fueron el detonante, pero la crisis se venía gestando durante años con la expansión del crédito.

Al fallar la masa monetaria M se resiente el volumen de actividad  Q* y se relantiza la velocidad de circulación v, con lo que se inicia una crisis de la economía real al descender la actividad económica y , como resultado, se genera paro. Los precios, una variable que debiera haberse ajustado de forma automática a la nueva situación, equilibrando el sistema y evitando la caída de la economía, no lo hacen por la resistencia a la baja de los precios y salarios.

Es importante comprender este punto, si los precios y los salarios se hubiesen depreciado, la actividad económica se hubiese resentido mucho menos, pues si el producto es menor y uno de los factores disminuye, el otro no tiene por qué hacerlo; demostrándonos que una deflación, algo siempre difícil,  ayudaría a salir de la crisis.

La caída de la actividad reduce los ingresos del estado y el aumento del paro incrementa los gastos sociales, con lo que se produce una crisis fiscal. Crisis que se materializa en el déficit del Estado y, al ir agotando el crédito,  se transforma en una crisis de la Deuda Soberana.

El aumento del paro hace que muchos no puedan pagar sus hipotecas, con lo que se fragua una crisis bancaria, crisis que se acrecienta con la crisis fiscal, al comprar los bancos deuda del estado e irse deteriorando la calificación de ese riesgo, haciendo que la Deuda Soberana pierda su carácter de activos solventes y pasan a incrementar el riesgo de los activos bancarios.

En el caso de España, este panorama se encuentra enmarcado en tres  estructuras que son nuevas respecto a otras crisis clásicas: La estructura territorial de las CC.AA. la integración en la Europa del Euro y la integración económica en un mundo globalizado.

Las CC.AA dificultan la elaboración de los presupuestos y el control del gasto público, la pertenencia al euro nos impide utilizar con libertar medidas monetarias y la globalización encierra un dato aterrador que es la diferencia entre nuestros elevados salarios y los de las naciones en desarrollo con las que competimos, lo cual va creando sucesivos episodios de deslocalización de la industria occidental y amenaza con un futuro muy preocupante.




En resumen, una situación compleja y complicada.

¿Cómo pudo producirse? A principios del 2007, un hijo mío que vive en Nueva York, me pregunto si veía posible una crisis como la del 29. Lo consideré y le dije que no, porque gracias a la crisis del 29, ahora teníamos reguladores como los Bancos Centrales y las Comisiones Nacionales del Mercado de Valores, se hacían auditorias, se tenían reguladas las actividades financieras, se fijaban coeficientes de caja a los bancos y se contaba con buenos sistemas de control del riesgo.

El problema fue que la supervisión resultó insuficiente, la regulación mala, el sistema global quedaba incontrolado y no regulado, el control del riesgo relajado, la gestión bancaria politizada en muchas instituciones, había exceso de liquidez y expansión crediticia desmedida, las instituciones estaban sobredimensionadas, el gasto público desbocado, el endeudamiento galopante… me equivoqué y nos sorprendió la crisis, a todos menos a mi hijo Bruno… y a los economistas de la Escuela de Viena.

Si analizamos gráficamente la relación entre los precios y la actividad económica que vemos en la primera parte de la fórmula del equilibrio económico, vemos que, desde el lado de la demanda, y como la fórmula indica, cuanto menores son los precios, mayor es la demanda, lo cual se puede representar por una especie de hipérbola.

Si el análisis lo hacemos desde el lado de la oferta, observamos que la producción crece a medida que los precios suben, con lo que obtenemos una curva aproximadamente simétrica de la anterior respecto a un eje vertical.
             
A un nivel de precios P* se produce el equilibrio donde se cruzan las dos curvas y lo producido, Q*, es igual a lo consumido

A la vista de ambas gráficas Keynes consideró que estaba muy claro lo que habría que hacer para salir de la crisis del 29, bastaría con estimular la demanda. Si desplazamos la demanda hacia arriba, las curvas se cortarían más a la derecha, aumentando la actividad económica, desplazando la Q* a la derecha, y reduciendo el paro.

Dado que la demanda  es igual al Consumo más la Inversión más el déficit del Gobierno más la balanza del comercio exterior o diferencia de las Exportaciones sobre las Importaciones

                                                    D = C + I + G + X

Bastaría con ir estimulando cada una de esas componentes de la demanda para ir incrementando la actividad económica.

El Gobierno tendría que: Reducir los impuestos para dejar más efectivo en manos del público, lo que aumentaría el consumo, bajar los tipos de interés, lo que aumentaría las inversiones, aumentar los gastos públicos a la vez que se reducían los impuestos y bajar el tipo de cambio de la moneda para primar a las exportaciones sobre las importaciones.

Se hizo y funcionó, con lo que se salió de la crisis y Keynes recibió el Premio Nóbel.

¿Por qué no hacemos lo mismo ahora?

Porque la realidad económica es de geometría variable y la crisis de hoy en España no es la del año 29 en USA, ni España son los EE.UU. No podemos bajar los impuestos porque deterioraríamos más el déficit. No podemos bajar el tipo de interés porque depende del BCE y no está en nuestras manos. No podemos aumentar el gasto público porque aumentaría el déficit y no podemos devaluar la moneda porque el euro también depende del BCE.

¿Qué hacer? Parece que estemos en un callejón sin salida, las medidas monetarias no están en nuestras manos, y si tomamos medidas fiscales expansivas aumentamos el déficit y si corregimos el déficit frenamos aún más la economía.

Afortunadamente, el modelo Keynesiano no es el único. Los keynesianos, acostumbrados a relacionar la inflación con el crecimiento, ya se llevaron unos cuantos sustos con las hiperinflaciones de América del Sur y se descontrolaron con la estanflación de los 70, cuando la inflación se veía acompañada de recesión económica. Llegó a hablarse del fin de Keynes.

En primer lugar, podemos prestar atención a la curva de oferta. Si olvidando la demanda, bajásemos la curva de oferta, también lograríamos desplazar la actividad económica de equilibrio a la derecha, activando la economía y reduciendo el paro.
Si analizamos los componentes del precio de la oferta tenemos:

P = ( L h w/Q* + Mp + Tp + In + Eg + Ad + g + T + B) IVA

Traduciendo: El precio se compone de la suma de los gastos laborales (número de empleados L, por horas trabajadas h, por salario w, por unidad producida Q*) más el coste de las materias primas, más el coste del transporte, más los intereses, más el coste de la energía, más los gastos administrativos, más otros gastos, más impuestos, más beneficios, todos ellos por unidad producida y todo eso multiplicado por el tipo del IVA.

¿Qué podría hacer el Gobierno al respecto?

Sobre el componente laboral, urge la puesta en práctica de una reforma laboral que flexibilice la contratación y el despido, facilite el ajuste de salarios a las circunstancias, flexibilice el horario y fomente la productividad. Ya ha realizado el Gobierno una reforma laboral, cabria pensar si procede profundizar en lograr una mayor flexibilidad.

En la formulación de los costes laborales, encontramos una joya, una perla que nos llena de esperanza, pues la relación w/Q* nos demuestra que podemos mantener el nivel de salarios frente al de los países en desarrollo si nuestra productividad compensa la diferencia. Es decir, podemos cobrar diez veces más que un chino por hora, si producimos diez veces más que ellos a la hora, lo cual se consigue dotando de equipamiento adecuado, los medios de capital, a nuestros trabajadores, para potenciar su productividad. En especial si robotizamos y automatizamos la producción al máximo.

Los precios de las materias primas dependen de los mercados internacionales y no podemos hacer nada, pero podríamos ir comprando minas y pozos de petróleo en el extranjero e ir haciendo prospecciones en territorio nacional. Cuando vuelva el crecimiento, se dispararán los precios y hasta podría volver la estanflación. Pensemos que la estanflación se produjo por este capítulo, al desplazar los precios del petróleo la curva de oferta hacia arriba, con lo que se produce lo contrario de lo que pretendemos bajándola, aumentan los precios y se genera recesión, algo que los keynesianos no entendieron.

Mejorar los transportes, eliminar monopolios y restricciones al transporte, mejorar las infraestructuras y reducir los tiempos de transporte abarataría este componente. Los fabricantes de automóviles decían no hace mucho que esa industria podría ahorrar 5.000 millones de euros al año si se mejora la logística, de la que el transporte es un componente.

Para reducir los costes financieros habría que devolver préstamos, reduciendo el elevado apalancamiento, contrayendo la demanda de dinero y contribuyendo a aumentar su oferta.

El capítulo de la energía es crucial. Pensemos que Francia tiene muy baja competitividad: salarios altos, muchas huelgas, jubilación temprana, vacaciones largas; sin embargo, es altamente competitiva porque el coste de su energía en muy bajo. ¿Por qué? Pues porque el 75% de su producción eléctrica es nuclear. Habría que levantar la moratoria nuclear, valorar las necesidades energéticas para dentro de 6 años, añadir la capacidad de las térmicas de carbón que habría que cerrar y las nucleares que habrá que desmantelar por obsolescentes y elaborar un plan para construir nucleares seguras (tipo AP 1.000 o AREVA o mejores) que cubran esa capacidad. ¿Por qué 6 años? Porque, por término medio, una central nuclear lleva un año de estudios y tramites y cinco de construcción. La idea es sacar el proyecto a concurso internacional y que lo financie la iniciativa privada a cambio de su explotación, como ha hecho Inglaterra. Además de los costes de producción, también habría que reducir los costes de transporte, comenzando a sustituir tramos de la red de alta tensión por líneas superconductoras de alta temperatura.

Los costes administrativos requieren que cada empresa racionalice los suyos y de que el Gobierno agilice la burocracia administrativa de todos los organismos gubernamentales, reduciendo los trámites, eliminando trabas y agilizando los plazos.

Los otros gastos (teléfono, limpieza, vestuario, formación…) es cuestión de que las empresas mejoren su productividad en todos los campos gestionando mejor sus costes y aplicando las posibilidades que le ofrecen las nuevas tecnologías.

Bajar los impuestos empresariales va contra la política de combatir el déficit, pero habría que plantearse si pudo haber sido un error subirlos. No perdamos de vista la ley de Laffer, por la que todo aumento del tipo impositivo reduce la base sobre la que se aplica. De hecho, parece que la recaudación de 2012 está siendo menor que la del ejercicio anterior, a pesar de haber subido los tipos. Si se pudiese reducir el fraude fiscal se podrían reducir los tipos impositivos.

Quedan por reducir los beneficios, algo que ya se va produciendo, bien a nuestro pesar, por la caída de la demanda, pero lo que se trata es de reducir los beneficios unitarios, es decir, poder bajar los precios. En algunos casos ya se va haciendo. No hace mucho que El Corte Ingles anunciaba una bajada de los precios y AENA reconsidera los suyos a la baja.

El problema del IVA es importante, porque está multiplicando, por lo que su impacto es muy negativo en la oferta. Sabemos que hay presiones para subir el IVA para acelerar la erradicación del déficit, pero, aparte de no ser progresivo, los negativos efectos sobre la demanda, sus características estanflacionarias, el incremento de economía sumergida que provoca, el impacto en la liquidez de las empresas, caen las ventas de quienes lo repercuten y los márgenes de quienes no podrán repercutirlo si no quieren perder clientes… son efectos tan negativos que considero que es un impuesto que debiera evitarse subir e incluso habría que reducirlo en cuanto se pueda como medida de estimulo de la economía. No olvidemos de nuevo la ley de Laffer sobre la posibilidad de recaudar menos al subir los tipos.

Observemos que, si bien hay tareas que debe realizar el Gobierno, el mayor esfuerzo recae a nivel microeconómico en todas y cada una de las empresas, son ellas las que tienen que hacer un esfuerzo para mejorar su competitividad y reducir sus costes unitarios, de forma que pudiesen bajar los precios para captar más cuota de mercado e ir salir de la crisis por si mismas. En términos económicos, el Gobierno tienen que facilitar la actividad económica y salir de su propia crisis crediticia.

Si volvemos a considerar la curva de demanda, ahora desde un punto de vista microeconómico, descubrimos que las empresas tienen dos alternativas para lograr la expansión económica por el lado de la demanda: La inversión, al ser posible extranjera, y la exportación. Algo que deberán considerar cómo hacerlo cada empresa en función de sus circunstancias.  En mi opinión, debiéramos diseñar proyectos de inversión atractivos y atraer inversores extranjeros y debiéramos devaluar el euro mediante la compra de Yuanes por parte del BCE. ¿Por qué Yuanes? Pues porque el superávit de la balanza por cuenta corriente china terminará forzando a una reevaluación de su moneda y porque la elevada deuda americana no ofrece seguridad en el dólar a medio plazo.

Pero hay otras medidas posibles. Consideremos el problema del déficit. Se crea un círculo vicioso por el cual un mayor déficit aumenta la deuda y eleva los tipos de interés, ambas cosas hacen que aumenten los intereses a pagar, lo que redunda en un déficit mayor. Habría que atacar la deuda. Recordemos que con el gobierno anterior, la deuda se incrementó en 352 mil millones de euros en cinco años, eso ha supuesto aumentar los intereses en veinteunmil millones de euros más al año y con ellos el déficit. Habría que reducir la deuda, cosa que puede hacerse privatizando. Vendamos activos públicos: empresas, edificios, terrenos… incluso algún cuadro del Museo del Prado si hiciese falta y amorticemos deuda frontalmente. Es cierto que habrá que estudiar el mejor momento para hacerlo a fin de no malvender. Pero cuanto antes se tenga liquidez para amortizar deuda, mejor, menos intereses a pagar durante menos tiempo.

Otra medida que favorecería la salida de la crisis sería inyectar liquidez en el sistema. Parece evidente, que si el origen de la crisis ha sido la falta de liquidez por caída de un importante volumen de activos financieros, la solución más inmediata sería aumentar la liquidez inyectando dinero al sistema recomponiendo la masa monetaria. En este sentido, la medida del Gobierno de agilizar el pago a los proveedores es genial, pues inyectar la tan deseada liquidez sin afectar ni la deuda ni emitir moneda, por la vía de estimular la velocidad de rotación del dinero. Hay que felicitarlos por ello. Pero el gran debate se centra en si el BCE debiera abrir la mano, imprimir billetes e inyectar liquidez masivamente. Se podría incluso monetizar parte de la deuda, como han venido haciendo los EEUU a lo largo de su historia.

Pero eso de aumentar la masa monetaria en Europa, aparte de las restricciones legales del BCE, hay que mirarlo con prudencia. Y llegados aquí y, antes de seguir adelante, abramos un paréntesis para revisar los diferentes sistemas económicos vigentes, pues hacen al caso.

Se pueden hacer dos grupos con los sistemas económicos: los que propugnan la intervención del estado y los que defienden la libertad del individuo. Entre los primeros, destacan la economía marxista y la keynesiana. Entre los segundos, tenemos el liberalismo monetarista de la escuela de Chicago y el liberalismo competitivo de la escuela de Viena. Otros sistemas estatalizados que pertenecen al primer grupo, como el Nacional Socialismo, hoy no están vigentes.

El sistema marxista es una especie en extinción. El marxismo defiende que la economía debe ser planificada por el Estado. Los marxistas entienden la economía como la ciencia que determina quién debe hacer qué cuándo, que es la información que necesita un planificador central. El modelo se mantiene vivo en Cuba y Corea del Norte y algunos aprendices de brujo en Venezuela, Bolivia y Argentina cultivan la ideología y aplican algunas de las recetas del sistema: nacionalizaciones, controles de precios, controles de divisas, simulacros de planificación central…En su pecado llevan la penitencia: desabastecimiento, colas, caída de la calidad, bajo nivel de vida, falta de libertades…

Tras la caída del Muro de Berlín, a nadie le puede quedar duda de la superioridad de la economía de mercado como la mejor alternativa hoy conocida para producir y distribuir bienes económicos. No obstante, el libre mercado no resuelve el problema de quienes no tienen nada que aportar al mercado. Los sociólogos se quejan de que su ciencia padece la imposibilidad de poder realizar experimentos científicos, debiendo conformarse con observar la realidad social. Sin embargo, el mayor de los experimentos científicos realizados en lo que la humanidad tiene de historia ha sido sociológico. Hemos dividido el mundo en dos, estableciendo en todo un continente, América del Norte (EE.UU.-Canadá), el sistema de libre mercado mientras que en otro, China-Rusia, se implantaba la economía planificada, con una isla socialista en América: Cuba, y otra isla de libre comercio en Asia: Formosa, que sirvieron de muestras de contraste. El continente europeo se dividió, a su vez, en dos, con el mismo propósito y en dos se dividieron algunos países: Alemania, Vietnam, Yemen y Corea; llegándose incluso a dividir en dos la ciudad de Berlín. A  Austria se la dejó elegir, y en una serie de países del tercer mundo, como en Chile, Guatemala, Camboya.... se fueron alternando los dos sistemas. Durante medio siglo se ha esperado a ver las consecuencias y, tras esas dos generaciones de conejillos de indias, no ha quedado la más mínima duda de que los teóricos de la Escuela de Viena tenían razón al asegurar que no es posible que una economía planificada funcione eficazmente. Al ser los austriacos los únicos europeos que pudieron elegir entre los dos sistemas, se pusieron seriamente a considerar ambas alternativas, encontrando que:

·      Es imposible que el planificador central tenga y pueda procesar toda la información necesaria para dirigir con eficacia la economía de un país.
·        La planificación exige renunciar a la libertad personal.
·        La planificación desmotiva la iniciativa y baja la productividad.
·   Con la centralización económica, se pierde la importantísima información que los precios proporcionan sobre lo que hace falta en el mercado y lo que se está produciendo en exceso
·        Además, se desincentiva la innovación.[1]
·        La falta de discriminación de la demanda por precios hace que se produzcan colas.

La imposibilidad de conocer los deseos de todos en un solo punto, hace inviable la opción de un planificador central único, como se demostró en la práctica con la experiencia soviética, se disparan la burocracia y la ineficiencia, tal y como lo demostró la Escuela de Viena (von Mieses, Hayek, Kirzner,...) anticipando que ocurriría. Además, la concentración de poder económico propicia el desarrollo de situaciones de dominio, el abuso de poder, el nepotismo y la corrupción. La planificación es una opción válida en comunidades pequeñas y altamente solidarias, como las familias y las comunidades religiosas.

Ventaja: al igual que ocurría con el Nacional Socialismo, el Marxismo garantiza el pleno empleo a base de ajustar los salarios y los precios por decreto, bajando la calidad de los productos, hasta eliminar el paro. Como principales desventajas se dan la pérdida de libertad, la escasez de productos de consumo y la tendencia a la militarización, ya que la industria armamentista suple la posible escasez de demanda. Ocurrió con la Alemania nazi, ocurrió con Stalin y está ocurriendo con Corea del Norte.

En “full disclosure” debiera confesar que yo creo que el comunismo es el mejor sistema económico, con dos condiciones:

  1. Que se aplique en comunidades pequeñas dotadas de un fuerte sentimiento de solidaridad entre sus miembros y en las que el planificador central conozca las necesidades de todos y cada uno de ellos: una familia, un convento, una comuna hippie.

  1. Que el planificador central sea yo.

La experiencia de dos generaciones, en el sentido de Ortega,  confirma empíricamente que el marxismo no es viable como doctrina económica para un país y la caída del muro de Berlín lo ratifica. No obstante, el Marxismo contribuyó a desarrollar herramientas útiles para el desarrollo económico, como las tablas Input-Output o las técnicas de planificación, que son útiles en tanto no sean impositivas, como en los Planes de Desarrollo Españoles. En este momento, sería de una gran ayuda contar con un Plan Estratégico Nacional que analizase los recursos del país e identificase los medios necesarios para hacer de España la California de Europa, atrayendo  los mejores centros de investigación y el establecimiento de empresas tecnológicas.

El sistema keynesiano, lo hemos visto al principio, se basa en la intervención del Estado para estimular la demanda a fin de desarrollar la economía en épocas de crisis. El problema es que el gasto público tiene por límite la disponibilidad de recursos acumulados en épocas de bonanza o de crédito. Keynes funcionó en EEUU porque los bonos americanos se compraban sin reparos dentro y fuera del país y, tras los acuerdos de Bretton Woods, como el dólar estaba vinculado al oro, los billetes americanos se atesoraban como moneda de reserva y nutrían las cajas fuertes de los bancos centrales, con lo que la Reserva Federal norteamericana podía monetizar la deuda sin problemas, comprando sus propios bonos y pagando con billetes impresos por ellos que serían retenidos por los acreedores. Un sistema que garantizó un crédito prácticamente ilimitado durante décadas. Por cierto, a la fecha, la deuda pública de los EEUU asciende a 15,8 billones (europeos, millones de millones) de dólares y la deuda total a 56.9 billones sobre un PIB de 15,2 billones, el monto de efectivo más los derivados de crédito suman 729.3 billones,  un 480% del PIB, que si los añadimos a la deuda total supone un 517 % del PIB. Sin comentarios.

Hoy, la situación en España es otra muy distinta y hemos llegado al límite del crédito disponible. Se estima que nuestra deuda alcanzará los 800 mil millones de euros a fin de año. Hay que eliminar el déficit. Recordemos que no estamos amortizando deuda, que las reducciones de déficit ayudan a que la deuda crezca más despacio, pero sigue creciendo.

El sistema monetarista y neoliberal de Chicago propone que el gobierno no intervenga en la economía con medidas fiscales, porque la curva LM, una curva teórica en la que la oferta y la demanda de dinero están en equilibrio, y que en la práctica es muy vertical, por lo que desplazar con medidas fiscales la curva IS, otra curva teórica en la que inversión y ahorro se equilibran, apenas estimula la economía pero produce inflación. La expansión económica de los EEUU durante la época de Greenspan se hizo con desplazamientos simultáneos de ambas curvas, combinando medidas fiscales y monetarias.
 



Nos queda por ver lo que nos dice la Escuela de Viena, por cierto, el profesor Huerta de Soto, el representante más destacado de la escuela de Viena en España, propone que se llame Escuela de Salamanca, dado que sus orígenes están en las teorías económicas de la universidad de Salamanca en el s. XVI cuando dicha universidad colaboraba estrechamente con la de Viena, al ser ambas parte del imperio Ausburgo, con distinguidos economistas moralistas, como Luís de Molina.

Y la Escuela de Viena o de Salamanca nos dice que lo mejor que puede hacer el Gobierno es no intervenir en la economía y dedicarse a cuidar de sus asuntos con profesionalidad y eficacia. El Gobierno debe tener una función facilitadora y garante, por ejemplo, debe vigilar y custodiar el sistema de pesas y medidas, evitar el fraude, la corrupción y el robo, establecer leyes que faciliten la producción y el comercio, impartir justicia, impedir monopolios, defender la propiedad, garantizar la seguridad, etc.

Es como si el Estado tuviese que poner el campo, plantar el césped, cortarlo, pintar las líneas que limitan el campo,  determinan las áreas y fijar las reglas, pero no jugar el partido. Ese lo juegan los agentes económicos: las empresas y los particulares.

La responsabilidad del Gobierno no es la de salvar la economía del país, sino la de sanear y gestionar bien la economía del Estado, para facilitar su labor al resto de los agentes económicos, empresas y particulares, para que cada cual salve su propia economía. De esta crisis no saldremos por la sola acción del Gobierno, será necesario todo un ejército de empresarios, emprendedores, autónomos, empleados y amas de casa que luchen por salvar su propia situación económica sin esperar que lleguen milagros o subvenciones.

En opinión de la Escuela de Viena, el primer paso hacia la salida de la crisis es la liquidación de inversiones improductivas, siendo el paro, como indicador de la retirada de recursos de proyectos improductivos, la primera señal de salida de la crisis. La reconversión de los parados hacia proyectos rentables y encauzar la inversión hacia los nuevos proyectos es el camino hacia una prosperidad renovada.

Cerremos el paréntesis y volvamos con este bagaje al punto donde dejamos planteada la posibilidad de inyectar liquidez en el sistema aumentando la masa monetaria, ya sea imprimiendo y poniendo en circulación billetes, fomentando la expansión del crédito o ambas. Si el origen del problema fue un derrame de liquidez, lo más lógico sería hacer una transfusión de liquidez.

La escuela de Chicago, monetarista, nos dirá que si. Eso es lo que defienden y aconsejan teóricos como Friedman o prácticos como Geithner y Bernanke. Pero si escuchamos a la Escuela de Viena nos dirán que no se haga, salvo que queramos empeorar la situación, pues se trata de plasma contaminado de inflación y derroche. El modelo económico que hemos visto en nuestras gráficas no considera la evolución en el tiempo, todas las variables son simultáneas. Lo cierto es que el modelo neoclásico completo considera dos estados en el tiempo para analizar las tendencias que siguen la evolución de las diferentes variables, pero luego el tramo temporal se acorta para que las rectas secantes se conviertan en tangentes y con el valor de las derivadas que esas tangentes definen se hacen cálculos diferenciales que analizan la evolución del sistema.

Por el contrario, la escuela de Viena estudia largos periodos de tiempo. Estudia el ciclo económico y estudia el ciclo de producción, que pueden duran cuatro o cinco o más años. Del análisis histórico de la evolución de los ciclos económicos descubren que todas las crisis han venido precedidas de fases de expansión del crédito y alegres inyecciones monetarias.

Si leemos a los defensores de la Escuela de Viena: von Mieses, Hayek, Kirzner,...y en España a los profesores Huerta del Pozo y Juan Ramón Rallo, entre otros, veremos que inyectar alegremente liquidez es la droga de la economía. La causa de ese daño está en que durante las expansiones monetarias y crediticias se producen endeudamientos por encima de las posibilidades reales, se generan procesos de inflación distorsionantes de los precios y de los balances, no se es crítico con los proyectos en los que se invierte, relajando el control de riesgos y terminando por construir aeropuertos donde no vuelan aviones, casas que no se venden y autopistas por las que apenas circulan vehículos. El derroche producido durante esas fases y la elevada deuda que deja es lo que produce las crisis, los problemas financieros son los primeros síntomas no la causa de la crisis. Inyectar dinero alocadamente, sería poner el germen de la burbuja siguiente.

Sin embargo, dentro de la ortodoxia de Viena, el Milagro Alemán recibió la inyección del Plan Marshall, lo que aceleró la recuperación. España, además de la disciplina para controlar el déficit,  necesita un estimulo al crecimiento que, por el cauce más sano, menos inflacionario, seria vía inversión en proyectos rentables, tanto inversiones privadas como de instituciones como el BEI.

Yo, que soy de formación keynesiana, porque era la única economía que se enseñaba en mis tiempos,  a pesar de mis raíces, estoy de acuerdo con las tesis de Viena, pero creo que, en la situación actual, vendrían bien unas inyecciones monetarias medidas y dosificadas, con objetivos concretos y delimitados,  por cuatro razones: Porque hay una clara escasez de liquidez, porque la velocidad de rotación monetaria es muy baja, porque la inflación está controlada y porque el punto de equilibrio, nuestra ya famosa Q*, está muy lejos del pleno empleo, con lo que con pequeños aumentos de precios se produciría un notable estímulo de la economía y no al revés, como ocurriría cerca del pleno empleo.

Dado que el BCE no puede inyectar liquidez potencialmente inflacionaria, si podría y debería distribuir beneficios entre los Estados socios, para que éstos amortizasen deuda pública, utilizando las plusvalías obtenidas sobre sus reservas. Puede que no sea una gran cantidad, pero todo ayuda, aunque el importe a repartir se podría incrementar con dividendos a cuenta de beneficios en ejercicios futuros.

En cualquier caso, habrá que crear la unión fiscal europea para poder disponer de medidas monetarias eficaces y seguras, disponer de una unión política que permita tomar decisiones con agilidad y asumir deudas y tendremos que disponer de entidades bancarias sanas que proporcionen y encaucen el crédito con criterio.

A fin de resolver de una vez el actual problema de la Deuda Soberana europea y, de paso, dar liquidez a la banca europea, se podría:

1.- Establecer la Unión Fiscal Europea y una Unión Política que gestione el presupuesto y pueda endeudarse.

2.- El BCE emitiría moneda para comprar toda la deuda de los países europeos en manos de la banca europea.

3.- Una parte de esa deuda, proporcional al PIB de cada país y que habría que calcular para que fuese el máximo posible sin romper la proporcionalidad entre los países, sería amortizada y monetizada, por parte del BCE. Dada la diversidad de plazos, el cálculo se haría a valor presente.

4.- Para controlar las tensiones inflacionistas, habría que subir el coeficiente de caja de los bancos.

5.- El resto de la deuda, incluida la mantenida por la banca extranjera, los particulares,  los Estados Soberanos y otras instituciones, sería canjeada por deuda europea (eurobonos). El canje de bonos sería voluntario y se haría con una revisión de los tipos que compense por la diferencia de riesgo entre los nuevos bonos y los antiguos de cada país, pero que incentivase el canje.

6.- Considerar la posibilidad de monetizar también parte de los eurobonos, en función de la experiencia de la fase 3 y de la fortaleza del euro. En el caso de los eurobonos, la monetización es cambiar un pasivo a medio y largo plazo: bonos, por otro en efectivo: dinero emitido por el BCE. Similar a la operación “twist” del FED, pero con el vencimiento de la nueva deuda no a corto sino a la vista. Como el euro no está vinculado al oro, no hay riesgo de que nadie solicite su conversión, pero podrían convertirlos a otras divisas. Si el importe de la operación fuese elevado, podría devaluar al euro, motivo por el que la operación habría que graduarla en el tiempo, posiblemente a lo largo de varios años. Hasta la total amortización de los bonos del estado, todas las emisiones de dinero se harían con cargo a la deuda.

7.- A cambio de la monetización de la deuda por parte del BCE, los países europeos cederían a Europa todos sus derechos fiscales futuros y los derechos para emitir deuda soberana en el futuro, por medio de eurobonos. El valor de esa cesión, a valor presente, sería, considerando un interés del 5% multiplicar el importe de la recaudación anual por un PER 20, que multiplicado por los 13 bn del presupuesto de la Eurozona, da una cifra que compensa suficientemente por la deuda de los estados asumida por Europa para su amortización.

8.- La deuda no monetizada que quedase en manos del BCE sería una deuda pendiente de cada estado miembro con el BCE que devengaría el tipo de interés que se fije, el mismo para todos, e iría siendo amortizada en ejercicios posteriores, por medio del saldo fiscal entre lo recaudado por Europa en el país y los fondos asignados al país en los presupuestos europeos de cada año, hasta su total amortización. Esa parte residual es la que discrimina a los países más endeudados de los menos endeudados, a fin de que ningún país pague por el derroche de otros.

9.- Los bonos país no canjeados no se renovarían, siendo amortizados a su vencimiento por el BCE con cargo al saldo de la cuenta de cada país con el BCE.

10.- Los países dejarían de poder endeudarse y su financiación solo podría venir de Europa, mediante los presupuestos federales o préstamos del BCE.


Como consecuencia:

- Hay un fuerte incentivo para acelerar la unión fiscal y política de Europa

- No se produciría ningún fallido por parte de ningún país

-Ningún estado pagaría por la mala gestión de otros, ya que cada país “pagaría” la cancelación de su deuda por el BCE con los derechos fiscales que cedería al gobierno federal, cuyo valor será el valor presente de lo que se recaude en el futuro.

-La contrapartida contable de la deuda de los estados miembros asumida por el BCE sería los derechos fiscales.

-Los Estados Europeos verían reducida su deuda drásticamente, pagarían menos intereses, con lo que acelerarían el recorte del déficit público

-Los Bancos europeos tendrían liquidez y se librarían de activos con riesgo

-Al mejorar su coeficiente de liquidez, podrían dar más préstamos

-Al perder los intereses de la deuda, tendrían interés en buscar inversiones alternativas, incluso comprar más deuda en el mercado secundario, ya que al ser cada vez más escasa y con menor riesgo, la deuda europea tenderá a revalorizarse.

-La inyección no tendría grandes efectos inflacionistas, dado que se trata de una compra de activos financieros entre entidades.

-Los mínimos efectos que pudiese tener el acortar los vencimientos sobre la cotización del euro favorecerán las exportaciones europeas, incentivando el crecimiento económico.

-Es previsible que los ciudadanos europeos vean con muy buenos ojos una operación que les va a permitir librarse de la deuda pública.

-Europa habría dado un paso de gigante y el euro saldría muy fortalecido, de hecho, la operación es un gran incentivo y una oportunidad para acelerar la integración europea.


-El plan no debe relajar el esfuerzo de los gobiernos por ajustar el déficit y mejorar la aerodinámica de la administración.

Vayamos concluyendo.

Vemos que la esquizofrenia que lamenta Olivier Blanchard se debe a que diferentes responsables económicos manejan teorías diferentes que les hace concebir soluciones distintas e incompatibles: Por lo que se les oye decir, Obama es keynesiano, junto con el profesor Krugman  y el períodico El Pais: el gobierno anterior de Zapatero,  la oposición actual de Rubalcaba y Hollande son keynesianos con pinceladas marxistas los dos primeros y con rasgos monetaristas el segundo; Bernanke y Geithner son monetaristas y la señora Merkel, Vienesa convencida y proselitista  (recordemos que tanto el milagro alemán como la integración de la Alemania Oriental se hicieron con ese modelo), el actual Gobierno español es Vienés, no falto de dudas escépticas, como anteriormente lo fue la señora Tacher y podríamos seguir. No es de extrañar que no se entiendan, cada uno palpa una parte del elefante.

Resumiendo, la situación es complicada y difícil, El modelo vienés funciona muy bien para prevenir  que ocurran crisis, pero necesita revisiones de la teoría para ajustarla a la actual crisis y poder acelerar la salida,  sin dejar de cumplir con la disciplina fiscal. Las medidas keynesianas que se aplicaron en crisis anteriores no son aplicables hoy en los estados europeos, al haber agotado el crédito, y habría que buscar soluciones originales ad hoc. A nivel microeconómico, el cambio de modelo pasa de ver cómo vendo lo que produzco a ver que debiera producir que se necesite y alguien esté dispuesto a pagar por ello, añadiendo la necesidad de aquilatar mis costes para ver la forma de reducir mis precios. En el modelo vienés, como contrapunto a la definición marxista de la economía, podríamos definir la economía como la ciencia que me ayuda a determinar cómo puedo hacer yo algo, que alguien necesite y valore lo suficiente, como para que hacerlo sea rentable.

Cada agente económico,  incluida la Administración del Estado,  debería revisar qué funciones debe desempeñar con eficacia que los otros ciudadanos estén dispuestos a pagar y cuales dejar de prestar. Y no vendría mal que se hiciese un plan estratégico sobre las potencialidades de la economía española, en función de los recursos disponibles.

Mientras se produce el cambio en todas las instituciones económicas, no deja de haber acciones de aplicación inmediata que nos ayudarían a ir saliendo de la crisis.

El Gobierno Español:

Optimizar la Administración Pública al máximo para reducir gastos y recortar déficit

No dudar en eliminar servicios e instituciones de poco interés público o duplicadas

Simplificar la burocracia administrativa y eliminar trabas a la economía

Crear un marco jurídico que propicie la actividad económica con garantías

Liberalizar el mercado laboral

Acelerar los recortes hasta eliminar el déficit. Hay que hacerlos, cuanto antes mejor

Amortizar deuda soberana recurriendo a privatizaciones para hacer liquidez

Hacer un plan estratégico que determine lo que nos interesa hacer como país en base a nuestras potencialidades.

Diseñar proyectos atractivos y atraer inversión extranjera para ellas

No escuchar los cantos de sirena de los keynesianos (Hollande, Rubalcaba, Obama o Kruman) ni de los monetaristas (Geithner) pero aprovecharse de ellos en lo razonable.

Eliminar subvenciones

No subir el IVA y bajar los demás impuestos en cuanto se controle el déficit

Perseguir el fraude fiscal con ahínco.

Seguir agilizando la política de pagos a proveedores

Hacer una campaña: “Tu que tienes liquidez, paga a tus proveedores con diligencia y terminarás cobrando antes”

Suspender la moratoria nuclear y sacar a concurso internacional un plan de nuevas centrales nucleares seguras que permitan ir cerrando las actuales y todas las térmicas, a medida que vayan quedando amortizadas o absoletas.

Fomentar la exportación

Autorizar prospecciones

Presionar a la UE para que actúe con diligencia y se agilice la unión fiscal

Proponer un plan a Europa que resuelva de forma global el problema de la deuda y el de la banca. (Estudiar la propuesta final de este documento).

La Unión europea:

Consolidar la Unión y completar la unión fiscal, monetaria y bancaria

Acelerar la Unión Política y nombrar un Ministro Europeo de Economía y Hacienda

Dar una solución definitiva y global al problema de la banca

Resolver el problema de la Deuda Soberana e inyectar liquidez a los bancos europeos

Devaluar el euro mediante la compra progresiva de yuanes

Inyectar liquidez de forma moderada y monitorizada, pero inyectar liquidez

Exigir un coeficiente de inversión a la banca europea

Financiar proyectos con impacto macroeconómico, como el Corredor del Mediterráneo, con fondos del BEI y aumentar las ayudas al desarrollo regional.

Repartir beneficios del BCE a los Estados Socios para que amorticen deuda soberana.  (Si se aplicarse la propuesta de monetizar la deuda, no sería necesario).

Ayudar a captar inversión extranjera y promocionar la marca Europa
El G-20

Regular las transferencias internacionales de los fondos especulativos (Hot Money)

Eliminar los Paraísos Fiscales, prohibiendo en todo el mundo las transferencias a los mismos si no desisten en su actividad.

La banca

Debiera apoyar la recapitalización transformando bonos en capital, fundamentalmente las preferentes

Liquidar activos innecesarios y optimizar la estructura y la red de oficinas

Seleccionar los activos nuevos con rigor, analizando la rentabilidad y el riesgo.

Los agentes económicos españoles, tanto empresas como particulares

Concienciarse de que la salida de la crisis corresponde a cada cual su parte, el Gobierno solo debe resolver su propia crisis fiscal, estructural, administrativa y legal. No hay que esperar ningún maná caído del cielo

Recortar costes a fin de poder bajar precios y bajar precios en lo posible para ser competitivos

Eliminar inversiones no rentables

Devolver deudas y capitalizarse

Liquidar activos innecesarios

Asumir una actitud proactiva

Reconversión, recolocando inversión y mano de obra en proyectos más rentables

Buscar financiación donde sea más interesante, sin descartar países extranjeros, teniendo en cuenta que solo con los de la zona euro no se incurre en riesgo de tipo de cambio

Aprender a utilizar las nuevas tecnologías

Innovar

Robotizar la industria

Abrirse al mercado exterior

A todos:  Ponerse de acuerdo en el modelo económico a seguir, corrigiéndolo en lo que proceda para ajustarlo a las peculiaridades de esta crisis.

Anexo

Cancelación de la Deuda Soberana


Aspectos contables:

                                           Activo                                   Pasivo

El BCE emite euros

                                   Caja                            a          Efectivo en circulación

Compra de Deuda Soberana

                        Deuda Soberana 1       a          Caja


Canje de la Deuda Soberana

                                   Deuda Soberana 2       a          Eurobonos

Condonación de la Deuda Soberana

                                   Derechos Fiscales        a          Deuda Soberana 1 y 2

Monetización de los Eurobonos

                                   Eurobonos                   a          Efectivo en circulación


La consecuencia neta de la operación sería:

-Aumento del efectivo en circulación

-Disminución de la deuda por su amortización anticipada, sin desembolso alguno por parte de los Estados Miembros

-Transferencia de los derechos fiscales a Europa

Contablemente, los derechos fiscales podrían valorarse al valor presente de los ingresos fiscales previsibles en el futuro o darlos el valor de la deuda amortizada.


[1]  La primer acería de colada vertical que producía acero ligero de alta resistencia, se estableció en Suecia con patente rusa, dado que, al fijar los planificadores rusos cuotas de producción por toneladas, ninguna acería rusa quiso producir acero que pesase poco.

2 comentarios:

Manuel Gomez Garmendia dijo...

Me ha parecido realmente bueno. Informado y con un sentido común fuera de lo normal.

Manuel Gómez Garmendia
manuel.gomez@edisa.com

José M Bañeres dijo...

Con toda la modestía debido a mi falta de formación en el ámbito económico, creo que Carlos del Ama da recetas muy completas que habría que tomarse seriamente.
En un mundo en el que los políticos, que tienen la economía en sus manos, pierden más tiempo denigrando y rechazndo lo que "los otros" dicen, habría que poner orden, explicar claramente dónde queremos ir y con qué medidas. Y ello además con un estilo docente y claro como el de este artículo.
Felicidades